Un nuevo
estudio amplía las evidencias de que las afecciones podrían estar vinculadas de
alguna forma
Las personas con hepatitis, una infección del hígado, podrían
tener un riesgo más elevado de desarrollar enfermedad de Parkinson, sugiere un
nuevo estudio de gran tamaño.
El
estudio, publicado en línea el 29 de marzo en la revista Neurology, es el segundo en el último año en vincular a
la hepatitis con el Parkinson.
Específicamente, el nuevo estudio encontró que las personas que
se habían infectado con hepatitis B o C tenían entre un 51 y un 76 por ciento
más de probabilidades de desarrollar Parkinson, en comparación con las personas
que nunca habían tenido hepatitis.
Los investigadores no saben el motivo de que la conexión exista.
Y el estudio no puede probar un vínculo causal.
Pero la asociación entre la enfermedad de Parkinson y la
hepatitis parece ser "firme", según el Dr. Michael Okun, director
médico nacional de la Parkinson's Foundation.
El año pasado, un estudio en Taiwán encontró que las personas
con hepatitis C se enfrentaban a un mayor riesgo de Parkinson. Ahora, los
nuevos hallazgos, basados en millones de adultos británicos, también implican a
la hepatitis B.
"Es un hallazgo sorprendente", dijo Okun, que no
participó en la investigación. "Hay una potente asociación entre la
hepatitis y el Parkinson, y la asociación también se da con la hepatitis B, lo
que lo convertiría en un problema incluso más grande".
La hepatitis B y C son infecciones virales del hígado. En
Estados Unidos, la hepatitis B se propaga con la mayor frecuencia a través de
las relaciones sexuales, mientras que la hepatitis C usualmente se transmite al
compartir las agujas para las drogas inyectadas, según los Centros para el
Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
Amas infecciones, en particular la hepatitis C, pueden
convertirse en crónicas. Los CDC estiman que hasta 2.2 millones de
estadounidenses tienen hepatitis B, y que hasta 4 millones tienen hepatitis C
crónica.
Por otra parte, la enfermedad de Parkinson es un trastorno del
movimiento que provoca temblores, rigidez en las extremidades, y problemas de
equilibrio y coordinación. No tiene cura, y los síntomas empeoran de forma
gradual con el tiempo.
La raíz del Parkinson no está clara, pero a medida que la
enfermedad avanza, el cerebro pierde células que producen dopamina, una
sustancia que ayuda a regular el movimiento.
¿Qué tiene esto que ver con la hepatitis?
No está claro. Pero Okun apuntó que se sabe que la cirrosis
hepática, una cicatrización grave en el hígado, a veces provoca problemas en el
movimiento similares a los del Parkinson.
Más allá de esto, algunos investigadores sospechan que el
proceso del Parkinson podría comenzar no en el cerebro, sino en el
"intestino".
Es común que las personas que al final son diagnosticadas con
Parkinson tengan estreñimiento y problemas digestivos durante años antes de sus
síntomas de movimiento. E investigaciones recientes con animales han insinuado
que el "microbioma" intestinal, los billones de bacterias que viven
en el sistema digestivo, podrían tener algo que ver al preparar el escenario
para el Parkinson.
Pero Okun enfatizó que dista mucho de estar claro cómo toda esa
investigación podría encajar con el vínculo entre la hepatitis y el Parkinson.
La Dra. Julia Pakpoor, investigadora líder en el nuevo estudio,
dijo que hay muchos puntos desconocidos.
El virus de la hepatitis en sí quizá no tenga ninguna culpa,
dijo Pakpoor, de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.
Dijo que es posible que las personas con hepatitis tiendan a
presentar otros factores de riesgo del Parkinson, aunque no está claro cuáles
podrían ser.
Otra pregunta es si algunos medicamentos para la hepatitis
contribuyen al Parkinson de alguna manera. Pero el estudio de Taiwán plantea
dudas al respecto, porque pocas personas con hepatitis C habían recibido un
tratamiento farmacológico, anotó el equipo de Pakpoor.
Los nuevos hallazgos se basan en los expedientes de hospital de
más de 70,000 adultos en Reino Unido con hepatitis B o C que fueron admitidos
entre 1999 y 2011. Esos expedientes se compararon con los expedientes de más de
6 millones de personas sin un diagnóstico de hepatitis.
En general, 44 personas con hepatitis B al final fueron
diagnosticadas con Parkinson; pero basándose en la población como un todo, solo
se habrían anticipado 25 casos. De forma similar, 73 personas con hepatitis C
desarrollaron Parkinson, frente a 48 casos anticipados.
Tanto Pakpoor como Okun dijeron que se necesitan más estudios en
distintas poblaciones para confirmar la conexión entre la hepatitis y el
Parkinson.
Si el vínculo es confirmado, entonces los investigadores deben
averiguar el "por qué".
Obviamente, la mayoría de personas con hepatitis no desarrollan
Parkinson. Entonces, Okun se preguntó si es posible que la hepatitis contribuya
al Parkinson solo en personas con ciertas variantes genéticas que aumentan el
riesgo del trastorno del movimiento.
También apuntó a otra pregunta importante: ¿tratar la hepatitis
temprano haría una diferencia en el riesgo de Parkinson?
"No lo sabemos. Ahora mismo, no hay evidencias de que si se
recibe un tratamiento temprano, no se desarrollará el Parkinson", dijo
Okun.
Por ahora, Okun sugirió que las personas con antecedentes de
hepatitis B o C sean conscientes del vínculo. Y si desarrollan temblores u
otros problemas del movimiento, no deben "pasarlo por alto", dijo.
"Busque una remisión a un neurólogo para una evaluación",
aconsejó Okun.
HealthDay
(c)
Derechos de autor 2017, HealthDay