Lenguaje


HABLEMOS O RECORDEMOS NUESTRO LENGUAJE

Por Hernán Correa García

GÉNESIS también se ocupará de pasar revista a un gran número de cuestiones del lenguaje hablado y escrito que plantea dudas o presentan problemas de uso a gran parte de los hablantes. No hay que desconocer que nuestra manera de decir las cosas puede fascinar, enamorar, cautivar o,  por el contrario, decepcionar, defraudar, ofender y molestar nuestra imagen.


La vida cotidiana es comunicación sobre todo, y el lenguaje hablado y escrito lo empleamos  en las diferentes situaciones en que nos relacionamos con los demás.
El  principal propósito de este tema es intentar recuperar la primera cualidad  del  buen hablar: La sencillez. Para conseguirlo, ofrece innumerables   muestras de los muchos errores de la lengua que, en gran medida, atentan contra la naturalidad de expresión, el sentido común y los errores en que caemos todos los días. 

COMO SE DEBE HABLAR

Para hablar bien, lo primero que se debe tener es algo que decir. Si no se tiene nada interesante que decir,  lo mejor es callarse. Se escucha mucho más y se evitan muchas tonterías y vacilaciones. Desde luego hay excelentes personas que maneja un lenguaje donde hablando muy poco es mucho lo que dicen, mientras que un buen numero son capaces de hablar y hablar para no decir nada, es decir no tenían mucho que manifestar y las cosas las dejaron peor que haber callado.    
Hable sin afectación y sin esforzarse, al igual que mira al interlocutor. Cuando  una de estas dos cosas requiere algún esfuerzo, algo anda mal. Hable con propiedad, llamando las cosas por su nombre, empleando las palabras con sentido propio. En caso de querer utilizar el doble sentido, está bien,  pero con cuidado, asegurándose de que le comprenden su segunda intención. Si emplea la ironía, hágalo con moderación.
Hay mucha gente que no aguanta una mala conversación. Si observa que los que le  escuchan le miran  intermitentemente o se establece otra conversación paralela en otro grupo, le puede resultar algo incómodo. Hable correctamente demostrando una mínima cultura general y lingüística. Si no la tiene, no emplee palabras ni expresiones que ha oído pero no sabe muy bien su significado o cuál es su uso correcto. Si no lo hace así, en vez de quedar bien, conseguirá que los demás se den cuenta de su ignorancia. Hable como sabe mientras no sepa más.

Pero si usted es un avezado para hablar bien y si domina varios niveles de lengua, desde el más sofisticado hasta el más coloquial o familiar, debe adaptarse igualmente al tipo de personas que tiene al frente. Es decir, no debe hablarse con los amigos en la cafetería tal como lo haría frente a un despacho importante o de alto nivel. En resumen, naturalidad, propiedad, precisión, adaptación y saber lo que se dice.