JUSTICIA SOCIAL, LA CLAVE PARA LA PAZ
Las víctimas del centro del Valle del Cauca reclaman un
papel protagónico en el postconflicto.
Desde el momento en que comenzaron los diálogos en La
Habana-Cuba- entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc, muchas
reacciones a favor y en contra se han conocido en cada rincón del país. En el
instante que el presidente Juan Manuel Santos viajó hasta la isla caribeña para
firmar el cese bilateral al fuego y anunció que la firma definitiva estaba
cerca, las opiniones aumentaron su caudal, unas apoyando el eventual fin de la
confrontación con esta guerrilla y otras condenando este proceso.
Estudiosos del conflicto colombiano y otros similares,
que ya han sido resueltos en el mundo, consideran que hay una serie de aspectos
que se deben tener en cuenta para que el postconflicto no fracase. Por ejemplo
afirman que la justicia, verdad, reparación y no repetición no pueden
convertirse en simples palabras de una Ley o de un acuerdo y que estas deben
ser la piedra angular del perdón entre los ciudadanos; también advierten que
las víctimas deben ser tratadas como tal y no dejar de lado lo que con su
experiencia le pueden aportar a la construcción de la paz.
Según Jesús Alberto Cruz Arenas, politólogo e
investigador en temas sociales y políticos, “el Acuerdo conducirá a los colombianos hacia nuevos
escenarios de paz con el fin del conflicto armado, pero también debemos ser
conscientes de que el postconflicto dista mucho de significar la paz y la
estabilidad; que su construcción será un proceso lento, lleno de avances,
retrocesos y, sobre todo, teniendo como norte la prevención y contención de las
otras violencias presentes en nuestro contexto social, que subsisten al margen
del conflicto armado.
Los casos del posconflicto en El Salvador, Nicaragua y Guatemala,
países que superaron largos y cruentos conflictos armados son aleccionadores,
por cuanto la violencia del conflicto armado mutó hacia el aumento desmesurado
e incontrolado de la criminalidad. Estos tres países centroamericanos no
pudieron superar las causas estructurales de desigualdad, pobreza, marginalidad
y profundos desequilibrios sociales y los dramas de las prácticas violentas de
resolución de los conflictos. En Colombia,
ya estamos inmersos por varias décadas en situaciones de violencia que
independientemente del conflicto armado, nos presentan ante el mundo en los
primeros lugares de tasas de muertes violentas”.
En Tuluá se estima que existen unas 27 mil víctimas, que
de distintas maneras han sufrido en carne propia los avatares del conflicto
interno. Francia Elena Blanco representante de la Asociación de Mujeres Emprendedoras
Víctimas del Conflicto Armado, ve con ilusión que se logre un acuerdo con el
grupo insurgente, pero advierte que el Estado deberá empezar a cumplirle las
promesas de reparación a las víctimas, pues en el caso de La Villa de Céspedes
ha sido muy difícil el poder acceder a programas de educación, salud y
proyectos productivos. Señaló que desde el Gobierno Nacional, Departamental y Municipal
se debe impulsar un plan de vivienda para víctimas, ya que desde hace años lo
están esperando.
Con la ilusión de que la llegada del postconflicto sirva
para mejorar las condiciones de vida de los miles de militares y policías que
resultaron heridos de manera atroz en combate, un exsoldado cuyo nombre pidió
se mantenga en reserva, narró con lágrimas en sus ojos la odisea que vive desde
hace 13 años, cuando en un patrullaje que realizaba en las montañas del Departamento
de Nariño, que parecía de rutina, le cambio de manera radical y dolorosa su
vida para siempre. Este Tulueño recibió
en una emboscada disparos en una de sus piernas lo que sumado a la
explosión que su cuerpo soportó lo mantuvo durante un mes en coma, y al
despertar se encontró con la noticia más dura que ha recibido en su vida, su
extremidad derecha debió ser amputada. Los daños sufridos en su cuerpo
obligaron a los médicos a ubicarle un aparato digestivo plástico, y su
movilidad quedó seriamente lastimada, pero lo que más le ha dolido es ver cómo
quienes como él han sufrido la guerra de frente no han sido tratados con las
mismas prebendas, que se asegura tendrán los exguerrilleros una vez se firme el
acuerdo de paz; y aunque considera que el ponerle fin a la guerra es lo mejor
que se puede hacer, es enfático al afirmar que las víctimas deben ser tratadas
de una manera preferencial y que en Tuluá se deberán ver grandes cambios
sociales, ya que este municipio fue golpeado de muchas maneras por este
enfrentamiento por más de medio siglo.
Como conclusión se puede afirmar que aunque no exista un
consenso sobre la opinión que tienen los Tulueños y centrovallecaucanos sobre
el proceso de paz, del cual no se sabe mucho, pues aún no existe una buena
pedagogía que explique a los ciudadanos qué es lo que se ha firmado hasta el
momento. La mayoría coincide en afirmar que es necesario que las víctimas sean
reparadas de una manera integral que garantice que de alguna forma el perdón se
pueda respirar en cada hogar.