El 2 de febrero es el Día Mundial de los Humedales, fecha en que
se firmó en 1971 el Convenio sobre los Humedales, a orillas del Mar Caspio, en
la ciudad iraní de Ramsar.
Uno de los principales logros de este Convenio, también llamado
Ramsar, ha sido la creación de la lista de humedales de importancia
internacional. Dicha lista está compuesta por 2.245 humedales de 169 países con
una superficie de 215.029.188 hectáreas (diciembre 2016).
El Estado español se adhirió al Convenio el 4 de septiembre de
1982, y hasta la actualidad (diciembre 2016) ha incorporado a la Lista de
Humedales de Importancia Internacional 74 zonas húmedas con una superficie de
303.090 hectáreas entre las que destacan parques nacionales como Doñana y
Tablas de Daimiel y lagunas como Villafáfila, y Gallocanta.
Sin embargo, para Ecologistas en Acción resulta evidente la
grave situación en que se encuentran la mayoría de nuestros humedales, los
cuales durante siglos han sido considerados como eriales y zonas insalubres,
por lo que fueron objeto de continuos planes de desecación. Concretamente en
las últimas décadas han desaparecido el 60% de las zonas húmedas del Estado español,
debido a desecaciones y ocupaciones producidas por la actividad agrícola, la
extracción de aguas fluviales y subterráneas, los vertidos de aguas
contaminadas y residuos, y la construcción de infraestructuras de transporte y
urbanizaciones en sus márgenes.
La mayoría de las zonas húmedas de importancia internacional,
protegidas por el Convenio Ramsar, cuentan además con otras figuras de
protección (parque nacional, parque natural o ZEPA), pese a lo cual sufren
graves problemas de conservación.
Casi la mitad de las zonas húmedas se encuentran gravemente
alteradas. Especialmente afectados se encuentran los humedales costeros, ya que
buena parte de ellos fueron en su día ocupados en las ampliaciones de
poblaciones, por infraestructuras turísticas y carreteras. Pero también los
humedales interiores están muy alterados, principalmente por los cultivos, ya
que una cuarta parte de los humedales están rodeados de cultivos y un 20% de
ellos se encuentran cultivados parcial o totalmente. Otra grave amenaza es la mala
regulación hídrica, ya que casi un 10% de los humedales dependen de acuíferos
sobreexplotados.
Las Tablas de Daimiel, posiblemente la zona húmeda más
importante del Estado español junto con las Marismas de Doñana, y también
declaradas Parque Nacional, es un claro ejemplo de las graves amenazas que
tienen la mayoría de los humedales. La sobreexplotación del acuífero 23 por la
agricultura, agravada por los proyectos de extender los regadios, la
contaminación por aguas residuales, o la canalización del río Cigüela marcan el
negro destino de esta importante zona húmeda.
Si insuficiente es el estado de conservación de los humedales de
importancia internacional el del resto de zonas húmedas españolas es
lamentable. La falta de protección favorece el actual proceso de degradación de
la mayoría de estas zonas húmedas y la consiguiente extinción de especies.
Especies en extinción
Actualmente una parte muy importante de las especies de fauna
que se encuentran en peligro de extinción dependen de las zonas húmedas.
Concretamente tres especies de peces, fartet, samaruc y espinoso dependen casi
exclusivamente de lagunas y marismas del levante español.
El samaruc es posiblemente el más escaso de todos los peces
continentales ibéricos, estando distribuido principalmente por determinadas
lagunas litorales del levante. En la actualidad una de sus principales amenazas
es la destrucción de su hábitat por desecación de charcas y lagunas, igual que
en el caso del fartet y el espinoso.
Las aves son sin duda el grupo más numeroso de especies afectado
por la destrucción de las zonas húmedas, ya que casi la mitad de las especies
que actualmente se pueden considerar en peligro de extinción dependen en mayor
o menor medida de las zonas húmedas.
Especial mención merecen ocho especies de aves: avetoro,
garcilla cangrejera, cerceta pardilla, porrón pardo, malvasía, águila
pescadora, torillo y focha cornuda. Todas ellas se encuentran en peligro de
extinción, entre otras causas por la alteración y progresiva degradación de las
zonas húmedas.
La caza de aves acuáticas y la intoxicación de las aves al
ingerir perdigones de plomo son otras amenazas ligadas a la falta de protección
de los humedales.