Los científicos han tenido un
éxito inesperado al poder transformar el CO2 en etanol. Ha sido de un modo
casual, gracias a un afortunado accidente. Ahora, la pregunta es: ¿el hallazgo
podría suponer el principio del fin del problema del cambio climático?
Todavía es muy pronto para
responder a esta pregunta, pero plantearla es inevitable. Dicho de otro modo:
¿Este descubrimiento significa una pequeña gran revolución que la ciencia haya
logrado convertir el CO2 en carburante? En concreto, en etanol, un
biocombustible que si bien no contribuye al calentamiento global, contaminar,
contamina lo suyo.
Vaya por delante que no es la
primera vez que se consigue algo parecido. Como noticia, eso sí, lo tiene todo
para convertirse en viral. No en vano, se está proponiendo el proceso inverso,
casi casi la panacea.
Si un vehículo, pongamos por
caso, supone emisiones a la atmósfera, en este caso el proceso sería justo el
contrario. Es decir, aspiraríamos el gas de ese coche para convertirlo en
carburante, en una suerte de reciclaje constante que no dañaría la atmósfera en
lo referente al cambio climático. Además, quizás también podríamos abaratar
tremendamente el precio del carburante.
Suena estupendo, sin duda. Con la ventaja, además de que también podría
capturarse el CO2 que se encuentra en la atmósfera y luego transformarlo en
biocombustible. Y, para acabar de pintar de rosa el invento, la técnica es
sencilla y nada cara, según se explica en la revista científica Chemistry
Select.
Convertir el CO2 en combustible
¿Pero, cómo surgió todo? Este prometedor hallazgo vino por casualidad.
“Hemos encontrado algo por accidente que ha funcionado”, dice Adam Rondinone,
uno de sus inventores, científico del Departamento de Estado de Energía y del
laboratorio Oak Ridge.
Estaban intentando estudiar “el primer paso para conseguir la reacción”
cuando se dieron cuenta de que no eran necesarios más. “El primer catalizador,
formado por carbono, nitrógeno y cobre, hacía todo el trabajo por sí solo”,
explica el experto.
Durante el proceso es suficiente el
uso de muy poca energía para revertir el proceso de combustión, al tiempo que
se consigue combustible. En concreto, cuando se le aplica al catalizador una
corriente de 1,2 voltios obtenemos una mezcla de agua y dióxido de carbono que
se traduce en etanol en un 63 por ciento.
Además de permitir reciclar el CO2, toda una revolución a nivel climático, el etanol se utiliza para crear la gasolina típica, por lo que por otro lado además el invento supondrían una ahorro millonario.
Además de permitir reciclar el CO2, toda una revolución a nivel climático, el etanol se utiliza para crear la gasolina típica, por lo que por otro lado además el invento supondrían una ahorro millonario.
No olvidemos, sin embargo, que si bien el etanol reduce los niveles de
ozono y ayuda a combatir el cambio climático, no es del todo así. Según un
estudio de la Universidad Nacional de Singapur y la Northwestern University
(Estados Unidos) como alternativa a la gasolina ocasiona problemas de polución.
En concreto, se detectó que aún siendo beneficioso en los sentidos apuntados,
aumentaba el nivel de ozono ambiental.
Otros intentos anteriores
Como avanzábamos, no tiene nada de nueva la idea de convertir el dióxido
de carbono en gasolina, en este caso más sostenible que la tradicional,
procedente de los combustibles. Es más, se ha concretado en proyectos paralelos
al visto.
Investigadores de la
Universidad de California del Sur en Estados Unidos encontraron un modo de
aprovechar el CO2 que emitimos a la atmósfera. Su propuesta es convertirlo en
metanol, un carburante biodegradable y de combustión limpia.
Para lograrlo se apoyan en
energías renovables. En concreto, se introducen burbujas de aire en una
solución acuosa para que luego un catalizador haga que el hidrógeno se adhiera
al CO2 bajo presión. Después, aplican calor al líquido para finalmente obtener
un buen rendimiento. En concreto, el 79 por ciento del dióxido de carbono se
transforma en metanol.
Desde un enfoque práctico, el
metanol no solo sirve para propulsar motores. Además, es útil para fabricar
células de combustible o productos petroquímicos. Sin embargo, su aplicación y
posible popularización aún tiene mucho que recorrer para competir con el petróleo.
Carbon Engineering, una startup
canadiense, ha diseñado otra alternativa sostenible basada en idéntica idea. En
esta ocasión unos ventiladores gigantes capturan el CO2 del aire para
finalmente convertirlo en carburante.
Lo logran extrayendo aire con
un líquido que absorbe carbón, al tiempo que recolecta alrededor del 80 por
ciento del CO2 para convertirlo en una especie de sal. Su idea es mantener bajo
tierra el CO2 capturado para así ir fabricando lo que denominan “crudo bajo en
carbono”.
Bill Gates se ha interesado en
esta idea, sorprendido por su rendimiento. De hecho, es capaz de producir unos
10.000 barriles de combustible en un año. Asímismo, absorbe alrededor de 100
kilos de dióxido de carbono cada 24 horas. Es decir, el equivalente a sacar de
la carretera a 15 vehículos durante un día.
El uso del agua y la luz solar,
por último, también se ha utilizado para convertir CO2 en combustible. Los
padres del invento, investigadores de la Universidad de Pittsburgh, han
desarrollado una nueva tecnología que permite obtener metanol usando únicamente
luz natural y agua.
Un impactante resultado que
logran utilizando los principios del proceso que llevan a cabo las plantas para
su crecimiento y diferenciación celular. En resumen, logran obtener el
biocarburante emulando a los vegetales en su obtención de azúcares con
elementos básicos como el agua, la luz solar y el CO2 que se encuentra en el
aire.
De acuerdo con el profesor
Johnson, líder de la investigación, se trata de una tecnología viable y
eficiente. Entre otros usos, esta tecnología podría alimentar a las centrales
eléctricas que para su funcionamiento dependen de los combustibles fósiles,
concluye.